sábado, 16 de agosto de 2008

ESCATOLOGIA DE LOS VOTOS RELIGIOSOS

ESCATOLOGIA DE LOS VOTOS RELIGIOSOS
Y CARISMA FUNDANTE

(Las formulaciones de cada puntos corresponden al F.30, dado el 20 de Junio de 1992, en Santa María de Fe , y los comentarios que siguen a cada puntos corresponden al F. 32, expuestos en San Juan del 22 al 26 de junio de 1992)
INTRODUCCIÓN

Nuestras comunidades apostólicas formadoras en Santa María y San Francisco han iniciado un proceso de autenticidad escatológica, movidas por el Espíritu de Jesús. Confiamos que en la medida en que recreemos los rasgos definitivos de Jesús: Rom. 8,29, seremos más y más esa ciudad edificada sobre un cerro que iluminará el camino recto al Padre (Mt 5, 14). Somos religiosos/as consagrados al Señor por los votos de castidad, pobreza y obediencia dentro de un instituto religioso. Es tarea nuestra, por tanto, clarificar la dimensión escatológica de los votos y del carisma fundante de nuestro instituto para así, con más acierto, caminar en este proceso de formación escatológica.

Comentario de este punto en F. 27

Esto quiere ser una teología que parte de nuestra vivencia y que, para ser más auténtica, se pone a confrontarla con el caminar de Jesús. Porque siempre hay mucho más que perfeccionar en el camino. Se busca mirar los votos desde su dimensión definitiva. Queremos ver los rasgos definitivos de Jesús y que nosotros hacemos públicos con nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia. Esto es parte de la Escuela Escatológica y dentro de ella buscamos como vivir con más autenticidad estos rasgos de Jesús. Es necesario asegurar que no nos hemos ido por un camino falso; por eso tenemos que verificar. Vamos a contrastar mediante una Reflexión sobre la Praxis, nuestra vivencia de pobreza, castidad y obediencia. Buscaremos después la instrumentalidad para potenciar o rectificar.

¿Ven esto encauzado a través del proceso de formación escatológica que estamos viviendo?

FINALIDAD ESCATOLÓGICA

Comencemos aclarando la finalidad escatológica de los votos religiosos y de nuestro carisma fundante. Caminamos hacia Jesús impulsados por el Espíritu del mismo Señor que ya nos dio alcance (Fil 3, 12). La meta o finalidad es Cristo Jesús; no hay otra. Sin embargo, hay que aclarar quién es ese Jesús hacia el cual caminamos ya desde ahora por nuestra identificación con El. El Jesús que conocemos y seguimos no es otro que el Mesías sufriente (Lc 24, 26). A nosotros se nos ha revelado pobre y humillado en su misión (Jn 19, 23). Partimos, pues, de nuestra vivencia en el Señor en continuidad con la fe de nuestros antepasados religiosos en el seguimiento radical de Jesús.

Esa vivencia, que nos hace uno con Jesús pobre y humillado en su misión, está cimentada sobre el amor de Jesús obrando en mí. La lógica del amor exige estar donde está nuestro amado y pasar por lo que pasó nuestro amado. Por eso podemos afirmar que la finalidad escatológica o definitiva de los votos religiosos y de los carismas fundantes consiste en una plena identificación amorosa con Jesús pobre y humillado en su misión. Hacia esa finalidad caminamos desde ahora; lo que será en su plenitud no entendemos todavía, pero no podemos dejar de sentir el crecimiento paulatino y silencioso de esa semilla escatológica y ya, desde ahora, gozar de sus primeros frutos. En la historia se vive la escatología en su modalidad histórica, no en su plenitud escatológica.

Comentario en F. 27

Finalidad definitiva. En último término lo que queremos alcanzar es a Jesús mismo. Corremos hacia El y la razón es que El te dio alcance. Tú no puedes correr si Jesús no te hubiera dado alcance. Es así que puedes correr hacia una identificación plena con Jesús, pero no con un Jesús idealizado. Es con el Mesías sufriente, pobre y humillado, como fruto de la misión que el Padre le ha encomendado. Esto no es nada nuevo, es una misión en continuidad con nuestros antepasados: Alfonsa, Juana, Ignacio. Hay muchas personas que nos han precedido. Nosotros queremos seguir la carrera pero verificando que esa fe es auténtica, en consonancia con la de nuestros antepasados religiosos.

Aquí entra la lógica del amor porque es una identificación plena; si no es con mucho amor, no se puede lograr optar por un Jesús pobre, sufriente y humillado. No se puede conseguir plenamente sino en el "Banquete del Reino". Desde ahora vamos hacia esa vivencia plena, y no solos, sino en comunidad. Cuando se habla del amor, se refiere al amor de Jesús que ya me dio alcance.

Tenemos que aprender a amar desde el amor y en el amor de Jesús. Pedir humillaciones en los EE.EE. es necesario. Sin esto no puedes avanzar en los votos, porque se trata de identificación plena con Jesús pobre y humillado en su misión. Huiríamos si el amor no nos exigiera pasar por donde El pasó

PRINCIPIO TELEOLÓGICO

Los votos nos consagran a Dios. Nos hacen propiedad evangélica de nuestro Padre para anunciar y vivenciar la Buena Nueva a los pobres. Los votos en su principio ya dan a conocer su fin, por eso su principio es teleológico. La identificación amorosa con Jesús pobre y humillado en su misión, a la que tendemos, comienza por iniciativa del Padre cuando El nos elige en su Hijo para ser su Buena Nueva a los pobres. A esta iniciativa de Dios corresponde de nuestra parte dejarse consagrar por Dios, al asumir nosotros las opciones de vida de Jesús pobre, casto y obediente en su misión. Asumimos estas opciones de vida dentro de un camino auténtico de seguimiento radical de Jesús, es decir, dentro de un carisma fundante. De esta manera Dios nos hace santos, pertenencia suya, y nos capacita para anunciar y vivenciar auténticamente su Evangelio a los pobres. Por tanto, el principio teleológico de nuestros votos y carismas fundantes consiste en la santidad por medio de nuestra consagración para la misión evangélica a los pobres.

Comentario en F. 27
III- Principio teleológico
PRINCIPIO: El principio es la manera en la que el fin se hace presente desde el comienzo en más. "Santidad por medio de nuestra consagración para la misión evangélica a los pobres".
FIN: El fin es la manera en la que el principio llega a su perfección en el último día."Plena identificación amorosa con Jesús pobre y humillado en su misión".
El principio histórico es la fe radical.
El fin histórico es la cruz.
El principio escatológico es ser semejante a Dios en su Hijo.
El fin escatológico es la resurrección.
La otra cara de la misma moneda es ésta. La vida escatológica la puedes ver mirando el principio o mirando el fin. (Ver el cuadro anterior).

Teleológico: todo lo que esta en relación a su causa final. Algo que desde su comienzo deja ver su final.

Consagrado. Dios te toma como su propiedad. Los votos hacen que Dios nos tome como suyos. Ya estamos consagrados por el bautismo, pero los votos desarrollan más esa consagración. Ya somos propiedad, pero ahora somos propiedad evangélica. Buenas Nuevas, ¿para quiénes? para los pobres. “He venido a traer Buenas Nuevas a los pobres...”. Para eso Jesús está consagrado al Padre y nosotros también. Los votos en su principio ya muestran ese fin.

El principio. Cuando haces los votos por primera vez, ¿qué ocurre? Dios te hace propiedad suya para una misión de Buena Nueva a los pobres. En toda consagración Dios te concede la santidad. Cuando uno se consagra es toda la persona y es para ser como Jesús, para ser santo, para ser pertenencia de Dios y que El haga con nosotros lo que El quiera. Los votos comienzan cuando Dios me hace santo.

Diferencia entre santidad y consagración

La santidad viene dada por Dios, la consagración, tienes que aceptar o no tu pertenencia a Dios. Si tu quieres esa pertenencia, ser Buena Nueva para los pobres, cuando lo asumes, se te concede la santidad. Cuando uno acoge la consagración, Dios le hace santo. La santidad es la característica esencial de Dios.

El principio ya me habla del fin: Dios no me inicia en algo que va a terminar. Entonces los votos ya anuncian el fin, lo que se comienza ahora no se termina.

Este principio te habla del mismo fin. El fin lo hemos explicado mirando a Jesús. Este fin también me está diciendo que lo que esta consagración significa. Te he iniciado en un camino que no termina, este camino, es la identificación plena y amorosa con Jesús pobre y humillado. Hay otra manera de hablar del principio, visto como fin. El principio histórico es la fe radical para la misión. Me abro para que la pobreza, castidad y obediencia obren en mí plenamente para la misión.

Este principio, mirado desde la santidad, mirado desde su finalidad, es ser semejantes a Dios en su Hijo Jesús. El hombre no tiene otro camino para asemejarse a Dios sino por su Hijo Jesús.

El fin es la manera en que el principio llega a su perfección. Tú ¿quieres saber lo que será la santidad al final? plena identificación amorosa con Jesús pobre y humillado. Ambos, la santidad y la identificación amorosa con Jesús pobre y humillado, se relacionan plenamente. Lo grande es que desde el comienzo ya Jesús me dio alcance, y estoy viviendo desde ahora lo que tendré plenamente al final. La resurrección es la realidad última, la modalidad última de mi identificación con Jesús pobre y humillado. El espíritu que tenemos es el espíritu de Jesús resucitado pero para llevarnos hacía la cruz. Esta es la meta histórica nuestra, Jesús nos lleva al encuentro profundo, intimo con el Padre y esta intimidad pasa por la cruz.

El camino de los votos nos ayuda a vivir esto. Estas cosas es preciso sentirlas, no lo trates de entender: es experiencia tuya. No lo mires solo desde el comienzo, míralo en su fin. Estás llamado a ser uno con Jesús pobre y humillado, que es la plenitud de la santidad.

Esta plena identificación con Jesús pobre y humillado llega a su plenitud el último día con la resurrección. Eres santo, propiedad de Dios; has acogido eso que Dios te ha concedido, la santidad, característica esencial suya. Eres santo para una misión: llevar la Buena Nueva a los pobres, en una caminata, pasando por la cruz, único camino para llegar a la resurrección.

Todo esto en el bautismo lo tienes en potencia, pero has de hacerlo consciente cuando lo acoges.

Todos estamos llamados a una plena identificación con Jesús. Hay diferentes llamados para cada uno con diferentes identificaciones con Cristo.
El religioso no tiene límites en su identificación con Jesús. Para éste, la plena identificación se va a ir concretando mediante la pobreza, la castidad y la obediencia. Lo importante no son los aspectos (pobreza, castidad y obediencia) sino la persona de Jesús. Son dimensiones por las que camino y me uno a la persona de Jesús.

El religioso está puesto en un contexto ideal para la plena identificación con Cristo, Aprovéchalo.
Todo esto dentro de un carisma fundante de nuestro instituto religioso. El carisma fundante es camino auténtico de seguimiento radical hacia el Padre por Jesús.

En el correr de la historia, a estas vivencias escatológicas se le han pegado tantas concreciones que ya no se sabe qué estamos llamados a vivir. Muchas veces, en vez de ser un camino de seguimiento radical a Jesús es un camino falso, que necesita purificación. Los carismas se han deteriorado porque sus miembros se han deteriorado, y ser religioso ahora no es identificación con Jesús pobre y humillado. A veces el laico lo vive con más autenticidad. La vida religiosa se deteriora cuando te apartas de lo definitivo, de lo escatológico, de lo que estás llamado a vivir. Vivir en plena disponibilidad para ser Buena Nueva para los pobres, es lo que nos define como religiosos.

¿Todo esto aclara algo nuestra vivencia?
¿Se sienten así?
¿Es este el trayecto de sus vidas?

Característica apostólica de los votos

Escatológicos. Nos meten en lo definitivo. Tanto en el principio como en el fin de los votos resalta la misión. Los votos son para poder ser enviados por el Padre en misión, para poder dar de manera más integra el conocer al Padre.

Cuando hacen los votos ustedes, ¿qué hacen? Esta iniciativa de Dios ¿la asumimos y la acogemos?

¿Te dejas consagrar por Dios asumiendo esta identificación con Jesús pobre, casto y obediente en su misión?

Es una identificación plena y amorosa con Jesús pobre y humillado en su misión de vivenciar al Padre:
  • Voto de castidad (identificación plena y amorosa)
  • Voto de pobreza (con Jesús pobre y humillado)
  • Voto de obediencia (en su misión de vivenciar al Padre).

PROCESO DE CONVERSIÓN

No hay camino sin desvíos y ocasionales piedras y yuyales que dificultan el caminar. La vida de pobreza, castidad y obediencia dentro de un instituto religioso también es un caminar con impedimentos ocasionales a la marcha. Comenzamos por la santidad por la fe radical. El Señor ya nos dio alcance (Fil 3, 12) para terminar en la cruz, pobre y humillado en su misión (EE.EE. nº 147). No se llega a la cruz sin sufrir muchas caídas y recaídas junto con numerosos rescates del Señor. La marcha, pues, es un proceso de conversión donde la mujer y el hombre santo experimentan la fidelidad de aquel que nos llama a la comunión con su Hijo pobre y humillado en su misión (l Cor l, 9). Veamos ahora con más detalles el proceso básico de conversión en el camino de la pobreza, castidad y obediencia evangélicas, dentro de un carisma fundante.

Comentario de este punto en F. 27

Proceso de conversión. Se sitúa la realidad. Somos pecadores y santos a la vez, santos porque Dios nos conduce por su Espíritu, por ser propiedad de Dios. Pero esta santidad se realiza en la vida real y hay muchos obstáculos que nos impiden caminar.

El pasar del principio al fin se logra en la conversión. Somos santos ya, pero no aun plenamente. Tenemos que crecer en fe radical y lo que nos obstaculiza para vivir la pobreza, castidad y obediencia para la plena identificación con Jesús, es tener idolatrías. El proceso histórico en la fe radical, el día en que tu logras por gracia de Dios, hacer entrega en fe radical, Dios te constituye santo porque te ha consagrado para los pobres para ser Buena Nueva.

Caminamos hacia el fin histórico, la cruz que nos da la plena identificación con Jesús, con el Maestro. Del principio al fin la conversión es el único camino.
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A mayor conversión, mayor autenticidad en los votos. Estamos llamados a identificarnos con Jesús. Esto se mantiene por la fe radical; me sostiene el que me llama a la comunión con su Hijo y estoy metido en este proceso de conversión. Estoy receptivo a esto porque es parte de mi vida.

1- LA POBREZA

El impedimento fundamental para elegir ser pobre a la manera de Jesús es el escándalo (Lc 7, 22-23). Tanto pobres, como Juan Bautista que no comía ni bebía (Mt 11, 18- 19) como ricos (Mc 10, 21-27), no entienden al Maestro. Sin embargo, el asunto no está en entender o no entender: la cosa es asumir sin condiciones la pobreza de Jesús. Esta tiene su origen en su relación con el Padre y tiene como meta escatológica presentar a los suyos la opción de vida que mayor Gloria da al Padre. Jesús no tiene nada más que ofrecer al mundo que el Padre que está en El (Jn 8, 29). Esto es lo que quiere decir ser Hijo: dar a conocer al Padre, que el Padre dé gloria a su "Nombre”. Para esto Jesús se despoja, tomando la condición de un servidor, marginado del aprecio de los hombres (Fil 2, 6-7; Jn 13, 8). Existe entonces un vacío espiritual en Jesús que el Padre llena por su Espíritu y, a la vez, un desclase que lo mantiene solidario con los pequeñitos, al servicio de ellos desde el Padre Y esto, a lo largo de su vida (Mt 11, 25-30).

Nuestro camino de conversión a la pobreza del Maestro tiene que pasar por el vaciamiento espiritual (suma pobreza espiritual, EE.EE. Nº 147); y tiene que pasar también por el desclase para llegar a ser solidarios y servidores, desde el Padre, de los pequeños que el mundo margina. Esto ultimo vale tanto para pobres como ricos que eligen ser pobres a la manera de Jesús. Es decir, reconocemos que todo lo necesario para el trabajo del Reino se da por añadidura (Lc 12, 30-31); no cabe duda entonces que sin una opción de vida de desclase hacia los pequeños (Lc 8,1-3) no tardaríamos en reubicarnos en una clase social más valorada (Jn 12, 4-6).

La razón de ser de nuestro vaciamiento espiritual es para dar lugar al Padre en nosotros y que sea El, el que lleve su riqueza a los pobres: la Buena Nueva. De esta opción del Padre por darse a conocer a los pequeños y no a los importantes de este mundo, se desprende la pobreza de Jesús, uno con el Padre en su misión. De esta opción de Jesús de vida en pobreza sale nuestra consagración a Dios en pobreza evangélica. Así, el Padre lleva adelante su trabajo con los pequeños por medio de nosotros, vasijas vacías, listas para recibir el vino mejor (Jn2, 10), junto con las humillaciones e insultos del mundo por elegir nosotros ser uno con Jesús pobre y humillado en su misión (l Cor 4, 11-l3; Mt 10, 24-25).

Comentario de este punto en F. 27

La Pobreza. Todos experimentamos dificultades en la pobreza, castidad y obediencia.

Este primer párrafo da a entender la pobreza como la vive Jesús. Nosotros tenemos un concepto de los votos en sí mismos. En la historia de la pobreza se ve como una finalidad en sí misma privarse de cosas. Sacar los votos de su finalidad, sucede cuando los separas de Jesús y lo haces a tu manera… "cosa de hombres". Los desprendes de aquel que les da sentido. Ese es un enfoque de la pobreza tal como la hemos concebido los hombres, como puede ser poner el énfasis en "estar entre los pobres". Estos dos enfoques dan sentido superficial a tu voto de pobreza. Poner a los pobres como meta de la pobreza es desencarnarlos de Jesús. Dos errores que hemos tenido en el vivir el voto de pobreza:
- La pobreza como ascetismo
- La pobreza como estar con los pobres

La pobreza tiene que ver con la característica de ser hijo en el Hijo. Ser hijo condiciona tu vida de tal manera que eres pobre. Ser pobre no está en función de la misma pobreza, ni de los pobres. Es una opción de vida en la que el Padre logra su mayor expresión y, por lo tanto, independiza del ascetismo. Jesús escandaliza a Juan Bautista porque un día comía con los pobres, otro con los ricos. La pobreza de Jesús está en función de su Padre y si el Padre quiere meterte en su designio saltando su opción de vida (ser pobre), pues se salta, porque eso es la voluntad del Padre.

La pobreza de Jesús tiene dos aspectos fundamentales:

Vaciamiento espiritual para permitir actuar al Padre. Esto no se entiende si no es en función del Padre. Yo siempre tengo que ser vasija vacía. No hay nada que le de sentido a mi vida, sino el Padre. Primera condición de la fe radical. Ya estoy listo para que me lleve donde quiera y me va a llevar a los pobres o no.

Desclases social para ser solidario con los marginados del mundo. Yo hago opción de vida por ser solidario con los que el mundo no valora. Este desclase es una opción de vida constante. Tengo que mantenerme donde el Padre se expresa, siendo solidario con los marginados. ¿Qué tienen ellos para atraer La gloria del Padre? En sí no tienen nada, nada lo explica racionalmente, sino tan sencillo como que resulta que al Padre le pareció bien así ¿Y dónde? ahí, donde La gloria del Padre quiera expresarse. Jesús, no está atado a nada, este estilo de pobreza no se puede institucionalizar porque no se puede institucionalizar al Padre. Lo que puedo hacer es encauzar mi vivencia ¿Cómo?
- vaciamiento de todo
- desclasándome

Tengo que soltar la pobreza ascética y la que pone al pobre por meta. Dejo que el Padre me moldee como El quiera, y que se exprese en mí haciendo de mi vida lo que El quiera.

Yo no puedo hacer una pobreza con mis esquemas. Juan Bautista no lo entiende y los pobres dicen... ¿como Jesús come con los ricos? Jesús es escándalo. La cosa es asumir a Jesús así como El es. Tú no llegas a Jesús por ascetismo sino por la fe radical, porque Jesús me dio alcance.

Para recuperar la pobreza auténtica, céntrate en Jesús pobre y esa manera verás la mejor manera de que el Padre se exprese en ti. En general Jesús se solidariza con los pobres… pero cuando el Padre le pide.

Un carisma fundante no viene porque se lee un libro y se quiere vivir eso. No, sino porque Dios da una gracia fundante. La única imagen auténtica es ser hijo y ser hijo es estar a merced del Padre. Aquí también se da esa libertad con relación a los pobres. A veces Jesús les defraudaba (Jn 6) porque es una solidaridad con los pobres al servicio de los pobres desde el Padre.

La pobreza de Jesús es una pobreza rara: si no estamos vigilantes nos rodeamos de todo lo necesario, comenzamos a acumular y vamos teniendo más y más cosas. Jesús y su comunidad daban a los pobres. Judas tenía muchas metas, una de ellas era acumular plata. Jesús era solidario con los pobres. En la compañía de Jesús no les faltaba lo necesario para su trabajo y estaban vigilantes para no acomodarse.

Mi preocupación no es la plata sino la dependencia del Padre. En la vida religiosa esto no lo hemos guardado. Lo importante es entregarnos al Reino y que demos a conocer al Padre entre los pequeños; nos quiere libres de preocupaciones. La pobreza de Jesús no es angustiada, es confiada en el amor y cuidado del Padre. ¿Cuál es tu problema? ¿Estás lleno de cosas? ¿No has hecho una opción de vida por los pobres, por los marginados del mundo?

El Padre te envía para que le des a conocer ahí, en el contexto donde el Padre expresa su Gloria de la manera mejor. El Espíritu del Padre me conduce ahí y también me puede sacar de ahí cuando El quiera porque puede que su Gloria la manifieste ahora en otra parte. Pero mi opción es para siempre. Es opción de vida.

Camino de conversión a la pobreza de Jesús

l) Fe radical. Esto implica vaciamiento espiritual. Estoy libre de idolatrías, ninguna me esclaviza ni me lleva a la muerte definitiva. En nuestra vida continuamente experimentamos la necesidad de vaciarnos.

2) Implica que el Espíritu del Padre me conduce.

3) Me conduce hacia donde a El le parece bien: hacia los pequeños, "la basura del mundo", porque así le ha parecido bien. Estos tres primeros pasos son opción de vida.

4) Implica desclase para todos.

5) El Padre provee todo lo necesario para vivir y trabajar. En la ultima cena Jesús les dijo: “Cuando estaban conmigo ¿les faltó algo?” (Lc 24).

6) Deshacerme de lo que me sobra; compartir con los pobres (por la generosidad de la gente nos pueden dar más de lo que necesitamos).

Para Jesús la pobreza es algo que lo lleva a su Padre, le permite estar en mayor sintonía con El, por eso es pobre pero no le ata ese medio.

La opción por la pobreza no es en sí misma sino porque es el lugar preferencial del Padre.

La pobreza, castidad y obediencia tienen como meta al Padre. Lo nuclear del Reino se da entre los pequeños, el Padre ha puesto su vida en ellos. La manera de llegar a los ricos es haciéndoles que opten por los pequeños y cambien de vida.

Contexto de pobreza sociológica
- privaciones
- humillaciones
- marginaciones
- necesidades

Condición social: el Padre decide obrar principalmente pero no es una opción por la pobreza sociológica. La pobreza de Jesús es:

Contexto de pobreza del Reino.

1-Hacia fuera, por misión: Zaqueo, María, Lázaro, Simón el fariseo… esta opción de vida por la mayor Gloria del Padre, contextualizada sociológicamente entre los pobres sociológicos, es libre de esa definición sociológica para ser auténtica. Es el Padre quien me saca y me mete entre sus pequeños a su gusto. Donde quiera que vaya, ahí tengo que darlo a conocer y decir que el Reino se manifiesta entre los pequeños.

2. Hacia dentro de la comunidad. Por mi vaciamiento, el Padre se va a dar a conocer en mí a ellos. Cuando se vea necesario en el Espíritu, la comunidad puede apartarse del contexto sociológico de los pobres (con discreción en el Señor) para potenciar su vida interior. Si no eres libre estarás atado a los pobres o a los ricos. Has de estar atado a La gloria del Padre, nada más. Todo esto hay que integrarlo en Jesús.

La razón de ser de nuestro vaciamiento. Tienes que estar consciente qué es lo más importante. El vaciarme o la elección de los pobres es para que el Padre se dé a conocer. El Padre es Buena Nueva y ustedes me llevan a mí a los pequeños. Yo los conduzco y allí manifestaré mi Gloria.

El que elige la pobreza está consagrado por Dios para ser Buena Nueva para los pobres y se hace uno con Jesús y con el Padre.

Junto con la pobreza vienen las humillaciones.

1. Porque ellos son humillados.
2. Porque presentas a un Dios que elige a los pobres (“tienes un demonio adentro…”). Les presentas a un Dios que ellos no esperaban.

No busquen otra justificación, ni sociológica, ni ascética, sino la persona de Jesús. La pobreza sociológica varía, Jesús y su pobreza no. Jesús es el verdadero pobre, el que dio mayor Gloria al Padre, el que dejó al Padre ser todo en El. Has de ser libre para ser pobre a la manera de Jesús, libre para poder dar a conocer al Padre donde El quiera hacerlo.

2. LA CASTIDAD

¿Dónde está tu corazón? Donde está tu tesoro ahí está tu corazón (Lc12, 34). La castidad es un asunto de tesoro y corazón. Para Jesús el tesoro era el Padre. Ya desde niño lo decía con mucha claridad (Lc2, 49). De adulto lo repetía con insistencia (Jn8, 29). No cabe entonces otra alternativa que sugerir la metáfora matrimonial para vislumbrar un poco la unión de corazones entre Jesús y el Padre (Jn l0, 30; Mt19, 5 – 6).Cabe decir que toda la afectividad de Jesús estaba centrada en su Padre, y desde El amaba a los hombres. Esto le daba a Jesús una gran libertad interior para hacer lo que el Padre quiere sin distinción de persona ni clase social (Jn 5, 44). Llamemos esto una recta ordenación afectiva. De este modo, con la afectividad ordenada, centrada en su Padre, Jesús se dispone a consumar su unión con El. Lo hace al poner por obra su designio y asumirlo como alimento vital (Jn 4, 34). La castidad de Jesús, por tanto, está en función del Reino (Mt19, 12). Acá, Reino significa: el Padre dando gloria a su Nombre, el Padre en Jesús eficazmente realizando su trabajo en el mundo.

Trabajar con el Padre desde la castidad, es una vivencia escatológica, ya que desde ahora en más estamos llamados, a semejanza de Jesús, a reconocer a Dios como nuestro tesoro, a centrar nuestra afectividad en El y desde esa unión de corazones vivenciar el Reino de Dios. En otras palabras, realizar su designio entre los pobres.

¿Dónde está entonces el impedimento para vivir la castidad evangélica? Obviamente está en un error acerca de quien es tu tesoro. Por eso tenemos nuestra afectividad desordenada, pues nuestro corazón se fue en busca de nuestro falso tesoro. No cabe otro camino que reordenar nuestra afectividad, convertirla. Para clarificar el proceso de conversión afectiva recordemos que nosotros no tenemos un acceso directo al Padre sin mediación de Jesús. Solamente en Jesús conocemos al Padre (Mt 11, 27). Por eso nadie descubre el tesoro escondido: el Padre en su designio para los pobres (Mt 13, 44) sin descubrir primero al portador de ese tesoro: Jesús pobre y humillado en su misión (Lc 24, 26). Por lo tanto, nuestra conversión afectiva tiene como meta escatológica la vivencia plena de ser uno en corazón con Jesús pobre y humillado en su misión, ya que somos uno con el Señor en la primacía que le damos al Padre y su designio - nuestro tesoro. Este es el sentir auténtico del voto de castidad evangélica.

La castidad presupone la pobreza evangélica. Vale la pena clarificar esto. Sin vaciamiento espiritual no hay lugar para Jesús como centro afectivo de nuestra vida. En la medida en que tengo fe radical tengo agua viva. Sin desclase no entramos en el contexto de descubrimiento del Padre que da gloria a su Nombre entre los pequeños. Fuera de ese contexto, prontamente nos llenaremos del pan que no da vida (Is 55, l-2). Por eso solamente los que eligen ser pobres a la manera de Jesús entrarán en el banquete de bodas. (Lc 14,21-24).

Comentario de este punto en F. 27

La castidad

Este párrafo trata de poner los fundamentos de la castidad de Jesús. Para nosotros son los mismos, no hay otros.

Pregúntate ¿Dónde está tu tesoro? ¿Quién es tu tesoro? Tú no puedes ser casto a no ser que sea tu tesoro el Padre. Mi tesoro puede ser otra persona o yo mismo, ideales o cualquier cosa. Esto tiene que estar muy claro: quién es mi tesoro. Y la castidad de Jesús es posible porque su tesoro es el Padre.

El Padre tiene corazón en un sentido que no entendemos, pero es su dimensión de ternura, amor; la unión de corazones del Padre y Jesús sólo podemos entenderla por el matrimonio (Jn10, 30), una sola cosa, uno solo. La unión con el Padre es matrimonial, no hay otro dueño para Jesús que el Padre; su afectividad está centrada en El. La consumación de este matrimonio es que el designio del Padre lo pongo por obra siempre, unión de corazones para que sea posible una unión de voluntades y, en los hechos, un mismo obrar.

La castidad no es para que el Padre y Jesús tengan una relación linda, es para llevar el Reino adelante, para que Jesús dé al Padre a los hombres. El apóstol que no es casto a la manera de Jesús no puede dar a conocer al Padre.

Cuando la evangelización se hace con la vida, das a conocer tu tesoro; si es el Padre, das a conocer el Reino. Tu corazón tiene que ser uno con el Padre, Si tú no eres casto, no tienes que estar entre los pequeños porque no puedes dar a conocer al Padre. Hay mucho que verificar y rectificar en nuestra castidad.

¿Cómo sentimos esa castidad de Jesús en eso que hemos visto?

Entre los pobres sólo los castos están llamados a estar, la razón es porque es para dar a conocer el secreto del Reino y éste es el Padre. Conocer al Padre, construir el Reino, es poner por obra la voluntad del Padre. La persona que es casta tiene unión con el Padre y puede darlo a conocer. Si no tengo esta unión daré a conocer mi idolatría. Todo seguidor de Jesús está llamado a este matrimonio o unión con Jesús. Nosotros tenemos ventaja extraordinaria para trabajar por el Reino, los otros pueden pero con dificultades.

Estamos viviendo unos votos que son accesibles a los laicos pero a nosotros se nos concede en radicalidad. La castidad es asunto apostólico, sin castidad, olvídate de una identidad amorosa con Jesús: no logras la identificación con El, ni puedes llevar el Reino. Vamos a ver si estamos o no aquí. Veamos cómo se sienten con la castidad de Jesús, si esa te atrae, te llama, te resuena por dentro; si te hace feliz. Tiene que ver con la libertad interior que veíamos ayer en la pobreza de Jesús.

A Jesús la libertad interior le viene por la castidad; su vida centrada en el Padre, ama a los pobres, a todos desde El. Esto es importante: no le ata nada. La imagen que uno tiene de sí puede ser algo que le ayuda o le perjudica para vivir la castidad. En la pobreza hablamos de vaciamiento. La imagen tiene que tener una limpieza de todo lo que el mundo te presenta como valioso: riqueza, títulos, prestigio… Jesús considera basura todo esto y lo deja.

¿Quién eres tú? Aquel que dice el Padre que soy: hijo. Y ¿qué es ser hijo? El que da a conocer al Padre. Jesús, su imagen, es la que considera el Padre y es Hijo. Está en una dependencia radical del Padre. Una imagen verdadera se logra viviendo una pobreza y castidad verdaderas. Vasija vacía destinada a ser repleta de agua viva. Jesús no se cimenta en otra cosa que en lo que el padre le fundamenta; lo que el mundo dice poco le importa. Esta dinámica vale para nosotros. Si flaquea tu imagen, flaquea tu castidad.

¿Qué es la vida apostólica? Dar testimonio. Construimos el Reino al poner por obra el designio del Padre entre los pequeños, eso es apostolado.

Trabajar con el Padre… En este párrafo se habla un poco más de la castidad en función del Reino y en una dimensión escatológica. Esto que se dice aquí estamos llamados a vivirlo aunque después vendrá lo pleno. Aun de las caídas saca Dios beneficios; su finalidad es reconocer a 'Dios como tu tesoro. Tu afectividad centrada en El construye el Reino. El Padre lo va a hacer en ti, esto lo hace plenamente el hombre que por el Reino ha descartado la posibilidad de casarse.

Nos centramos en la persona, pero los votos los vivimos en comunidad. Hace falta una comunidad casta, que elige ser pobre a la manera de Jesús, y que es apostólica. La castidad es asunto de la comunidad apostólica. Perder la castidad es perder la radicalidad apostólica. El Pueblo Santo está llamado a ser un Pueblo casto en unión con El, semejante a su Hijo Jesús. Cada miembro en semejanza con Jesús, según el Padre nos lo dé. Vemos los votos desde los que nos hace plenos en el Señor, no desde lo que hay que dejar. No casarse, por ejemplo, lo vemos desde lo que nos plenifica: hacernos uno con Jesús pobre y humillado.

En el mundo, buscando y llenándome del vino que el mundo ofrece: Codicia de riqueza.

Consecuencia de mi idolatría

• Recibiendo el aprecio de los demás por el vino que tengo (honores)
• Acogiendo la imagen falsa, que yo y el mundo valoramos y en la que me apoyo para ser persona, pero nunca satisfecho con el vino de mis amantes.

En el desierto entre los pequeños, lugar de La gloria del Padre, de las humillaciones que da el mundo: "La basura del mundo".

“Le hablaré de amor”: matrimonio: castidad escatológica,

Conocimiento del Hijo pobre y humillado y, por Jesús, conocimiento del Padre.

Rebosante de agua viva
Consumado por la obediencia:
cumplir el designio de mi amado. “Sacaré de su lengua la palabra baal”: vaciamiento espiritual imagen falsa por los suelos, no quiero más vino de mis antiguos amantes.

Cada vez que tu tesoro no es el Padre estás en un error, y tu castidad anda mal. Lo que tú consideras importante, lo que quieres más que nada no es el Padre, va a ser otra persona o tu propia persona. La castidad es un asunto de tesoro y corazón. Si tu tesoro no es el Padre, tu corazón no es casto, no cumples el voto de castidad, te estás engañando. Hay que convertir la castidad, la afectividad.

Tú no puedes ir al Padre sin pasar por Jesús; sin pasar por Jesús pobre y humillado no se conoce al Padre, es imposible descubrir al Padre como tesoro. Jesús no es tesoro por El mismo, es tesoro porque porta, da a conocer al Padre. En la vida tienes que tener una relación afectiva con Jesús y su manera de vivir la pobreza; pasando por sus humillaciones tu vida se topará con la del Padre.

Cuando eres idolatra el ídolo rige tu vida, pero el Padre está llamado a tomar el lugar del ídolo. Jesús da primacía al Padre y su designio y nosotros hemos de hacer igual; entonces estamos poniendo en su lugar al verdadero Dios. La castidad no se logra sin afectividad centrada en Jesús y sin que el Padre rija tu vida.

¿Queremos convertirnos? ¿Cómo? Es un proceso que Dios lleva adelante. Lo primero que Dios hace es la conquista: “la volveré a conquistar, la llevaré al desierto”. Es la opción por la pobreza a la manera de Jesús. Aterricé entre los pobres, en el desierto, sin saber cómo, pero el Padre me trajo; ahora estoy en el lugar de La gloria del Padre, donde da a conocer su tesoro, estoy en el lugar que el mundo llama "basura" y empiezo a compartir la pobreza y humillación de Jesús. Me tenía que sacar del mundo porque mientras esté en el mundo, buscaré el vino que él ofrece, llenándome de codicia y de riquezas.

Mi naturaleza es la de ser vasija y ésta se plenifica al llenarse, por eso tengo ganas de llenarme de su vino. Pero mientras esté en el mundo nunca me lleno a tope, siempre estaré con sed como la Samaritana, porque ese vino es cosa de hombres, no plenifica a quien está hecho a imagen y semejanza de Dios. Estoy en el mundo y ansío llenarme pero no me lleno, me he vuelto idólatra. ¿Cuál es mi tesoro? el mundo.

La consecuencia de mi idolatría es que recibo aprecio por ella: tú vales, tú eres importante. Ponle nombre. Lo que te da valor en el mundo es el vino de tus amantes. Como he bebido el vino de mis amantes, ellos me aprecian por el vino que tengo adentro, y yo me aprecio también por lo que soy, por el vino que tengo adentro. Creo una imagen falsa de mi mismo, la que me da el mundo y la acojo. Ya se por lo que soy importante y apreciado de los demás. Estoy en una trampa continua. Cada día cuido esa imagen para sentirme persona y nunca me lleno porque es falso no me sacio.

¿Cómo se hará este procese de conversión?

Tengo que sacarte del mundo, llevarte al desierto, ponerte entre los pequeños. Elegir pobreza, humillación; no hay otro camino para la conversión afectiva. Te traje al desierto para sacarte la idolatría, baal, que desde hace años ha sido tu tesoro. Tu corazón estaba centrado ahí, también tu imagen, reflejo de tu propia idolatría. Tengo que vaciar espiritualmente esa vasija, quiero que te vacíes espiritualmente y no te llenes de nada, que te sientas con necesidad horrible de ser plenificada, no te llenes todavía. Tu imagen que iba con el vino se va por el suelo, el vino levantaba tu imagen pero ahora no se ni quién soy; lo único que sé es que no quiero vino de mis antiguos amantes, no, nunca más, bastante sufrí.

El Señor dice: “Ahora estás lista para que te hable, ahora te llevaré al desierto y te hablaré de amor. No te voy a hablar de cualquier amor como el mundo, te hablo de Amor Santo, formal, serio, en las buenas y en las malas, basado en el amor que te tengo porque yo soy el Dios amor y ternura”. Es el matrimonio con el Señor, que es igual a castidad escatológica y conocimiento del Hijo. “Conocer" en el A.T. expresa la relación sexual, intimar, la unión matrimonial.

No puede haber simple conocimiento intelectual del Hijo, no vale. Jesús es el Hijo pobre y humillado, ese es el que se me da a conocer vivencialmente. Cuando mi corazón se hace uno con El, entonces por ese conocimiento del Hijo conoceré al Padre y eso lo pongo como mi tesoro; es mi Dios verdadero, toma el lugar del antiguo baal, el que desde siempre le correspondía.

Consumarse el matrimonio es obediencia hasta la muerte. Cumplir el designio de mi amado, el Padre. Los tres votos van muy unidos:
• Sin la pobreza de Jesús no tengo el contexto ni la vasija vacía.
• Sin la castidad no tengo agua viva.
• Sin la obediencia el matrimonio se queda sin consumar.

Viviendo los votos a la manera de Jesús estoy rebosante de agua viva, los pequeños reciben esa agua de la que yo reboso. Esta agua viva se siente y se recibe de manera diferente a como se recibe el vino viejo.

Vino viejo: ¿cómo se siente? En la superficie, sirve para levantar mi imagen, nunca llega a lo profundo porque el abajo estaba destinado a Otro, al Padre. Gratifica el afecto, la sensibilidad.
¿Cómo llega? Por la idolatría, vendiéndome a mis amantes. Con él no puedo conseguir mi felicidad.

Agua viva: ¿cómo se siente? En lo profundo del espíritu, es paz que siempre esta contigo en lo profundo, que nada ni nadie te puede quitar.
¿Como llega? Por la fe radical, entregándose al Padre de Jesús.

Sin este proceso de conversión, la castidad no anda y no puede darse un proceso de identificación con Jesús pobre y humillado.

¿Cómo nos sentimos ante esta conversión de mi castidad?

El agua viva no es cuestión de sensibilidad, es cuestión de fe radical: si tienes fe radical tienes agua viva. No puedes medir el agua viva con el medidor del vino de tus amantes. El agua viva es fruto de la fe radical, y te quedas desorientado y te tienes que acostumbrar al modo de ser del Espíritu y te acostumbras cuando te acostumbras a la cruz. Jesús estaba más rebosante de agua viva en el huerto de los olivos, cuando tuvo mayor descontento emocional. Mientras tu imagen no haya llegado al suelo, vas a estar añorando lo viejo. Añoranza del vino de tus amantes, treta de Satanás, que se mete por tu sensibilidad para hacerte infiel a Dios.

La castidad presupone... Aquí se intenta relacionar la pobreza y la castidad. Incluye el desierto y el vaciamiento y la opción por los pobres a la manera de Jesús. Aunque estés entre los pobres te vas a llenar del vino que te dan tus amantes. De balde estás entre los pobres porque no vas a mostrar al Padre. Sin pobreza a la manera de Jesús estamos de balde, lo que tenemos que dar, que es el Padre, no lo podemos dar porque estamos vacíos.

Ya sabes que el tesoro es el Padre y sólo se recibe por la identificación con Jesús pobre y humillado. Te vacías para que Jesús te llene. Ahora tiene sentido estar entre los pobres porque la pobreza se potencia con tu castidad. El banquete de bodas es el matrimonio, es el Reino. Solamente entra en el banquete, en el matrimonio, en la castidad escatológica, los que eligen ser pobres con Jesús. Los otros tienen demasiadas cosas, no sirven para la castidad, porque se quedan con su vino viejo. Sólo voy a llenar a los que eligen ser pobres y castos. Como ven, la relación entre la pobreza y la castidad es grande.

3. LA OBEDIENCIA

La Obediencia de Jesús está en función de su pobreza y su castidad. El Padre lo despoja y lo envía a proclamar Buenas Nuevas a los pobres (Lc 4, 13-21). Esa es la pobreza de Jesús. La castidad de Jesús consiste en mantener centrado su corazón y su voluntad en aquel que lo envió, aunque esto le cause turbación y angustia (Jn 12,27). La obediencia de Jesús está en función de su vaciamiento de las idolatrías ofrecidas por el mundo y de su misionar entre los pobres (esto es pobreza). También está en función de cargar con su cruz con afecto y decisión matrimonial (esto es castidad, Lc 22, 42).

Esta clase de obediencia no se logra sin fe radical. La obediencia de Jesús se fundamenta en la entrega incondicional de toda su persona al Padre (esto es fe radical). Para Jesús, eso exige que el Padre y su designio sean el absoluto en su vida. El Padre y su designio, en verdad, son uno. Por eso la obediencia de Jesús se constata al dejarse conducir a donde el Espíritu del Padre quiere (Jn3, 8) sin dar vuelta atrás porque la cruz sea el camino elegido por el Padre para dar a conocer su amor compasivo al mundo, su gloria (esto es obediencia, Jn 8, 27-28). Obediencia sin límite al Espíritu del Padre, pasando por la cruz, es la obediencia de Jesús (Fil.2, 8). Así plenamente el Padre da gloria a su Nombre en su Hijo (Fil 2, 9-11). Jesús cumple cabalmente el designio del Padre (Jn 19, 30).

Nuestra obediencia al Padre topa con dificultades cuando nuestra fe radical renguea. No vamos a obedecerle si no confiamos que es capaz de llamar a la existencia lo que aun no existe para dar vida donde no hay esperanza (Rom 4,17). A1 fortalecer nuestra fe se fortalece nuestra obediencia. Dejemos, pues, al Padre cortar nuestras idolatrías (Jn l5, 2). La poda no resulta directamente en fe radical sino que facilita la capacidad de recibir como regalo la entrega incondicional a Dios, es decir, confiada. La fe radical vendrá a nosotros en Aquel que la llevó a su perfección, Jesús (Hb l2, 2). En el Señor, pues, vivimos la fe radical y la obediencia al Padre (Gál 2, 19-20).Todo esto se da en crecimiento alcanzando, poco a poco, la plenitud de santidad que estamos llamados a gozar (Rom 8, 18-19).

Para verificar si nuestra obediencia es evangélica debemos notar los rasgos distintivos de la obediencia de Jesús. Si están presentes en nuestra vida, señal es de la autenticidad de nuestra obediencia; si están ausentes, hay que rectificar nuestra obediencia.

Señalemos los principales rasgos:

l- la obediencia es al Padre;
2- está cimentada sobre la fe radical amorosa, para nosotros, fe radical amorosa en Jesús pobre y humillado en su misión;
3- el Espíritu, por medio del discernimiento, le conduce a los pequeños;
4- entre ellos vivencia el designio del Padre;
5- la cruz no tarda en llegar (Jn 21, 15-19).

El hecho de que nuestra obediencia evangélica se haga realidad dentro de un instituto religioso, nos lleva a interrogarnos sobre una de las mediaciones que el Señor ha elegido para darnos a conocer su voluntad. No podemos saltar la mediación del superior en este proceso de obediencia al Padre. En cuanto el superior comulgue con los rasgos de la obediencia evangélica, nuestro caminar en el Señor adquiere firmeza; en cuanto el superior no comulgue con esa obediencia, nuestro caminar en el Señor adquiere madurez.

Hablamos de firmeza cuando nuestro camino discernido ha sido confirmado por el superior. La madurez se necesita cuando un ciego tiene autoridad para dar fin a nuestro recorrido. En ambos casos, el Señor nos ilumina cómo responder. Jesús pasó por la mediación de Juan Bautista y de Pilatos. Juan Bautista le confirmó su llamado a ser el Mesías sufriente (Lc 3, 21-22). Pilatos puso fin a la misión de Jesús (Jn 19,1.1 .16) .No hay duda que el Padre se valió de esos dos hombres para dar gloria a su Nombre en su Hijo. Por tanto, lo mismo acontecerá en nosotros siempre que no Reneguemos de la cruz de Cristo en los momentos de mayor desolación (Gál 6,14).

Comentario de este punto en F. 27

La obediencia

Esto es ver la obediencia no en sí misma, sino en función de los otros votos. Un primer enfoque desde lo que la obediencia aporta a la pobreza y castidad. Lo que aporta es que yo me dejo conducir por el Espíritu del Padre donde quiera, como quiera, en el mismo Espíritu. La pobreza exige un vaciarme espiritualmente, que esté en el contexto de los pequeños.

La obediencia hace posible la pobreza y la castidad. Sin obediencia, éstas no tienen sostén, es su consumación. En esos dos aspectos en los que se relaciona Jesús con su Padre, cuanto más interrelacionados estén más los puedo vivir integrados. ¿Cuesta el vaciamiento, verdad? Sin obediencia no lo vas a lograr. ¿Cuesta la unión de corazones con Jesús, verdad? Sin obediencia al Padre no lo vas a conseguir. ¿Cuesta la regencia del Padre en mi vida? Porque están los ídolos, sin obediencia al Padre no te vas a quedar en el contexto de la gloria, porque es contexto de cruz.

Obediencia es un dejarse conducir por el Espíritu del Padre. El mismo Espíritu camina en mí, pone por obra en mí, da Gloria en mí. Jesús no hace nada, se deja no más. El Padre da gloria a sí mismo, uno nunca da gloria a Dios. En Jesús, la pobreza y la castidad son dos dimensiones de su relación con el Padre.

¿Nosotros queremos entrar en esa dinámica? Tenemos que entrar en la dinámica de los votos de pobreza, castidad y obediencia. En este primer párrafo la obediencia está en función del vaciamiento. En Lc 4,13, después de haber dicho Jesús conscientemente que no quiere el vino del mundo, parte lleno del Espíritu. El vaciamiento te llena del Espíritu, regido por el Padre, yendo hacia los pequeños Esto es fruto de la obediencia. La obediencia está en función de cargar con su cruz; el contexto de la gloria es contexto de cruz... Cargo con mi cruz, cuesta pero, ¿cómo la voy a cargar? Con afecto y decisión matrimonial. Me mantengo en pobreza debido a mi castidad y todo esto gracias a mi obediencia. Siempre van unidos en el Señor.

Deberíamos hacer sólo un voto: el de identificación con Jesús. Lo analizamos en sus partes, tres votos para entenderlos con la cabeza. En la vida van juntos, los separamos pero cuando fallas en uno, fallas en los tres.

¿Como nos sentimos con esto? Mirando lo que significa para Jesús, ¿qué es vivir en obediencia, en función de la pobreza y de la castidad? ¿Sientes que en tu vida se integran los tres votos? ¿No nos presenta dificultad que la obediencia de Jesús esté tan relacionada con la pobreza y con la castidad?

La gloria a Dios se logra sólo por la obediencia. La pobreza te ofrece el contexto, la castidad te ayuda porque tienes a Dios mismo, su amor, pero sólo por la obediencia Dios obra en nosotros y se da gloria a sí mismo. Jesús es la vasija receptiva para que el Padre haga su voluntad. María nos muestra lo central de ser hijo, que el Padre haga todo en mí, yo sólo digo: “Hágase en mí tu voluntad”: obediencia.

Esta clase de obediencia no se logra sin fe radical, el aspecto que introduce este párrafo es la cruz y la fe radical, no se pueden saltar estos aspectos, si no, no hay obediencia a la manera de Jesús, la obediencia a la manera de Jesús comienza con este fundamento. Fe radical se ha definido en relación a diferentes cosas, pero lo que más caracteriza a la fe radical es la entrega incondicional de toda mi persona al Padre. “Ahora ya puedes hacer lo que quieres con mi vida, soy todo tuyo…”.

En cuanto hagamos esta entrega, recibimos la santidad, gratuitamente, por poner toda nuestra persona a disposición del Padre y éste da gloria a su Nombre en nosotros

El proceso comienza aquí y la fe radical te lleva al principio teleológico - semejanza a Dios - semejanza a Jesús. La santidad se no se concede cuando apenas tienes fe radical. Estás listo para tu consagración, ésta es identificación con Jesús. Y como se me escapa señalo tres dimensiones de Jesús, pobreza de Jesús, castidad de Jesús y obediencia de Jesús.

El contexto de la gloria del Padre es la cruz. La obediencia te lleva sin lugar a dudas por la cruz, por eso el que no quiere humillaciones nunca será obediente al Padre. Si las pasas con resignación, no estás unido al Padre. El está rebosando agua viva y tú por los suelos.

Para que la obediencia sea auténtica tiene que meterse la castidad, porque tiene que ser de corazón; le agarro gusto vital, salto de gozo cada vez que el Padre da gloria a su Nombre. La traba para nosotros es la cruz y la fe radical. Si huimos de la cruz y la fe radical no nos gusta, entonces los votos se vienen abajo.

Nuestra obediencia al Padre topa con dificultades cuando nuestra fe radical renguea... Este párrafo pone la insistencia en la dificultad principal para nuestra obediencia. Cuando no anda bien nuestra fe radical, no anda bien nuestra obediencia. La fe radical es regalo, no es fruto de nuestro esfuerzo. Es regalo que el Señor da a la vasija que El ha vaciado. Lo que tienes que poner de tu parte es petición de poda: “Padre, pódame porque mientras viva para mis idolatrías no puedo vivir para Ti. Córtalas, yo se que tú me vas a dar fe radical y me la vas a dar en el Hijo”.

Jesús está compartiendo su fe radical, es Jesús teniendo fe radical en ti. Luego la fe es identificación con Jesús, fuera de esto no hay nada. Esta identificación te hace incondicionalmente entregado al Padre, ya está todo vaciado y el Padre toma su lugar en ti. Igual que la fe radical viene en Jesús, la obediencia viene también en Jesús; es una dimensión de su relación con el Padre. Pablo dice: "Es Jesús el que vive en mí, para el mundo estoy crucificado". Hacen falta muchos rescates para llegar de veras a lo definitivo, pero Dios tiene esto en su designio.

¿Cómo se sienten con esto?

Para verificar si nuestra obediencia es evangélica, debemos notar los rasgos distintivos de la obediencia de Jesús... En este pasaje de Juan estos cinco puntos se dan en Pedro. Son característicos de la obediencia de Pedro, porque es característico de la obediencia de Jesús. Al que se le da gloria es al Padre, a Jesús se le da gloria siempre que se le da al Padre. Obediencia al Padre por mediación de Jesús.

Una entrega incondicional. Pedro no tenía fe radical cuando Jesús fue llevado a las autoridades judías; no se lo juega todo por Jesús. Ahora sí que está entregado del todo; es una entrega penetrada de amor; la fe radical, si no es amorosa no se juega por Jesús. Ya sabes quien es Jesús, humillado, mal visto, ni rico, ni poderoso. Es fe en aquel que fue pobre y humillado. Aquí en Pedro está una fe implícita, acoge la fe de Jesús. Sin fe radical el Espíritu no puede hacer nada. La fe de Jesús está por todos lados en el Evangelio: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, es en misión y el Padre lo lleva a la misión.

El Espíritu conduce a mis pequeños. Te lleva porque ahora entiendes y otro te amarra la cintura, disciernes lo que Dios quiere y lo pones por obra. Tienes que ir a los pequeños y ahí vivenciar el designio del Padre. Esto es asunto del Padre. El hace en mí y lo hará en ustedes. La cruz no tarda, así como la persecución y la muerte. Si nuestra obediencia no es al Padre, estamos equivocados; si no está entretejida con la castidad, el amor no va a aguantar.

Una obediencia fruto del discernimiento. Ver los signos de los tiempos, por dónde se mueve el Espíritu y pensar que yo lo voy a aterrizar entre los pequeños, es un gran error. Eso le corresponde al Padre. Yo, vaciado de mis idolatrías, sí puedo vivenciar al Padre entre los pequeños. La marginación o la persecución han de ser fruto de esa obediencia.

Cinco elementos muy importantes de la obediencia de Jesús. Es una obediencia apostólica, no la experimentamos todos los días. Si miramos nuestro proceso de comunidad, en la venida a Misiones de la comunidad, están estos cinco puntos.

• Vinieron por exigencia del Padre
• Vinieron sin saber cómo caminar, centradas en Jesús al que van conociendo cada día más
• Nos lleva el Espíritu a los más pequeños
• Y entre ellos vivenciaron al Padre y su Reino
• No se trataba de hacer esto o aquello, de hacer cosas. Y como la gente no entiende el no hacer, chismentan, murmuran, surgen envidias, crean conflicto con otra gente. Conclusión: la cruz dentro y la cruz afuera.

Esta es la manera de entender la obediencia evangélica, la de Jesús. Si la obediencia religiosa no te identifica con Jesús, no anda. El voto de obediencia es para dejarnos regir por el Padre. Este párrafo nos presenta dos casos opuestos para matizar el papel del superior. Aunque la obediencia es al Padre, no puedes saltarte la mediación del superior. No importa cuál sea la mediación, pero
no puedes prescindir de él en casos de misión. Si el superior no confirma ese discernimiento de venirte a Misiones, no se puede dar ese paso. Pero el Señor se valió para que los superiores entendieran lo suficiente y se pudiera dar el cambio.

Hay casos en que el Señor elige superiores ciegos que creen que ven o piensan de otra manera que tú, y no llegas al mismo resultado en el discernimiento. Pilatos puso fin a la vida de Jesús, el Padre lo permitió. En ambos casos tienes que reaccionar como Jesús, como un niño o regresando a tu idolatría. Esto último no tiene sentido. Como sabemos, Juan Bautista le confirmó en la elección: “mi Hijo, mi elegido”; le confirma que es el Mesías sufriente. Si no se hubiera ido a bautizar Juan Bautista no le hubiera confirmado su discernimiento. No entiende pero él es mediación del Padre.

Un superior que comulga con estas cosas, no tiene problema; su interés no es otro que nuestra identificación con Jesús. También está la posibilidad que ponga fin a nuestro recorrido y entonces habría que reaccionar como Jesús. Pilatos no pone fin a la misión de Jesús sino que la plenifica. La actitud nuestra es la de Pablo en Gálatas 6, 4. Antes del no final, uno puede representar las veces que haga falta. El Padre no quiere la cruz de Jesús, quiere vida no muerte, mantenerte en un amor fiel aunque te crucifiquen es la voluntad del Padre.

Mantenernos en la semejanza con Jesús, aunque se nos pare, es la voluntad de Dios. Dios lo permite para que los seguidores de Jesús crezcan en humillaciones. La cruz no es el fin del recorrido. Cayeron las Reducciones, por superiores ciegos, pero el Reino del Padre no ha cesado, ni la sangre de los mártires ha dejado de clamar al cielo.

Para tragar esto hay que meterse en fe radical. El asunto no es si tengo más razón que el superior, sino más confianza total en Dios y que El permite lo que sea para mi bien. Si me muevo de ahí estoy perdido. En Abraham, su lógica no interfirió con su obediencia. Parece que se nos pide contradicciones con superiores. Vas a encontrar muchas razones para no obedecer, pero El permite para que tu fe pase por purificaciones. Mi purificación personal y el designio de levantar el Pueblo Santo van a una. pero yo a veces no lo entiendo y lo que a mi me parece una estupidez es plan de Dios.

Si ya las representaciones han terminado, quédate ahí en fe radical, si no, estás perdido. La cruz es una estupidez y sólo la acepto por fe radical; ahí se acaba el asunto. Sin fe radical no hagas votos porque no los vas a vivir; te iras detrás de los ídolos y el principal es mi yo, mi centro, mi lógica y no hay más vuelta que dar. O te entregas o no te entregas. Si no te entregas, no hay seguimiento a Jesús.

EL CARISMA FUNDANTE

Hemos visto que los votos religiosos se fundamentan en las opciones de vida de Jesús pobre, casto y humillado hasta la muerte por su obediencia. Los carismas fundantes de nuestros institutos, a su vez, se basan en el camino de misión trillado por ese Jesús. Sólo hay un camino auténtico (lo unificador): ir al Padre por Jesús. Nuestros fundadores Ignacio, Juana y Alfonsa, nos han legado un camino hacia el Padre por Jesús. Todo lo que en esos caminos o carismas fundantes hay "de verdadero, de noble, de justo, de limpio, de hermoso y honrado y merece admiración y alabanza" (Fil 4, 8). Es para más rectamente llegar al Padre por Jesús pobre, casto y humillado hasta la muerte por su obediencia; todo eso es un camino auténtico de seguimiento radical de Jesús.

Lo diferenciador del carisma fundante tiene que ser por medio de rasgos distintivos de lo fundamental en el seguimiento radical de Jesús (lo que se aparta de estos rasgos fundantes ya no tiene que ver con el carisma fundante, sino con la plasmación de ese carisma en el camino de seguimiento de Jesús del Instituto).

Una mayor precisión de nuestros carismas fundantes exige un retomar las vivencias fundantes ascendientes de nuestras comunidades. Como criterio de verificación, acerca de la autenticidad del carisma fundante que nos ha sido entregado, podemos utilizar la previa definición a la inversa. Es decir, todo lo que en ese camino o carisma de nuestro instituto, no hay de verdadero, de noble, de justo, de limpio, de hermoso y honrado y no merece admiración ni alabanza para más rectamente llegar al Padre por Jesús pobre casto y humillado hasta la muerte por su obediencia; todo eso no es un camino auténtico de seguimiento radical de Jesús y, por tanto, no debe ser parte de nuestro carisma fundante. Este criterio vale, pues acertamos más en lo que no es que en lo que es.

Cabe preguntar, ¿por qué la mezcla? Esto es un hecho indiscutible en nuestras vidas religiosas. ¿Por qué, entonces, lo que no nos lleva rectamente al Padre aparece junto y revuelto con el camino evangélico hacia el Padre? Jesús tuvo que hacerse la misma pregunta: ¿Por qué el carisma fundante del Pueblo Santo ha sido tan adulterado? La respuesta es obvia: el hombre mezcló su tradición con las exigencias del Padre (Mc 7, 8). Hay que sacudir lo que pasa por carisma para que lo auténtico del seguimiento radical de Jesús quede, Lc 22, 31-32. Esta poda del Padre a nuestros institutos religiosos, es lo que estamos viviendo nosotros hoy en Santa María y San Francisco (Hb 12,10). Dejemos, pues, que el Padre nos sacuda a su gusto y nos convierta como personas, comunidades e institutos religiosos en su Pueblo Santo. (1Pe 2,9-10).

Lo diferenciador del carisma fundante, a la manera de Jesús (esto no es reformable)

Jesuitas: la misión del Reino
ODN: la misión desde la fe
MIC: la misión a los pobres

Comentario de este punto en F. 27

El carisma fundante. Vemos el carisma fundante desde la conversión. También tiene la misma meta: la plena identificación con Jesús. Aunque el carisma fundante lo hemos puesto dentro del proceso de conversión, lo identificamos con el camino.

Carisma fundante. Un camino hacia el Padre por Jesús que comienza por la fe radical. Busca la identificación con Jesús y se explícita en tres dimensiones de la relación de Jesús con su Padre. Ahora tú relaciónate con el Señor y tendrás acceso al Padre. Fuera de esto no hay camino al Padre. No se puede sacar el carisma fundante de este marco, Cristo Jesús, que ya me dio alcance, es nuestra meta. Si los carismas fundantes son camino de seguimiento a Jesús, ¿en qué se diferencian unos de otros? En los énfasis (prestarle atención especial a algo) que hacen según la gracia que se les ha concedido. A esta persona Dios le ha concedido una manera especial que enfatiza aspectos que a otro no le va.

Pongamos el ejemplo del cuerpo: el ojo tiene una manera especial de ser miembro, el oído lo mismo. Si los sacas del cuerpo no tienen sentido. Un carisma fuera del camino al Padre no tiene sentido, nos tiene que meter más de lleno en el seguimiento de Jesús. ¿Por qué entramos en un instituto? Porque a vos te concedió ser ojo, a esta persona le voy a dar una gracia especial para que la identificación con mi Hijo resalte este aspecto de mi relación con El.

¿Cómo relacionar los carismas con las partes del cuerpo? La Iglesia ha puesto tres divisiones de carismas que concuerdan con los tres votos. Son la manera de relación de Jesús con el Padre, viviéndolos en su totalidad.

Consagración para la misión evangélica:

Pobreza. Permite tener vaciamiento espiritual para que la unión de corazones se pueda dar.

Castidad. Te pone en el contexto donde él ha decidido revelarse. El Padre es mi tesoro. Cuando identificamos carisma fundante con votos, es con los tres, porque ningún instituto se identifica con un solo voto. En Jesús se dan los tres.

Institutos mendicantes. Su característica notable es pedir limosna para poder vivir. Viven el evangelio con radicalidad.

Testimonial. Viven dando testimonio de que son cristianos centrados en la persona de Jesús. No hacen da especial, solamente la vida anónima llevada en radicalidad. Podríamos relacionarlo con el voto de pobreza. Presentan al mundo un grupo de personas vacías espiritualmente, que se mantienen fieles al Padre. Un Ejemplo son los Hermanitos de Foucauld

Castidad. Mi tesoro es el Padre, voy a ser una persona orante.

Ordenes monacales u orantes. Intimidad orante de Jesús con el Padre; se apartan del mundo y enfatizaban la vida de oración de Jesús con el Padre. Tenían que vivir pobreza y obediencia, pero enfatizaban la castidad. Vivian de su trabajo y de donaciones. Hay otra pobreza, al edificar monasterios se nos escapa el contexto de la gloria del Padre, "herencia de la Edad Media". Monasterio en barrio rico no tiene sentido. No puedo sacar la castidad de Jesús y vivirla fuera de la pobreza de Jesús. Las órdenes monacales necesitan mucha renovación. Los Hermanitos de Foucauld, son monacales en medio del mundo, enfatizan la castidad pero en medio de los pobres.

Nosotros no enfatizamos ni el voto de pobreza, ni el de castidad. No quiere decir que no los vivamos, pero no es mi especial función en el cuerpo. Mi función específica es: apostólica misionera: Obediencia es la característica más fuerte. ¿Cuál es la relación de Jesús con el Padre que somos llamados a vivenciar para que se vea esto? La obediencia es al Padre.

Obediencia. La obediencia nos caracteriza. Misión y envío. Somos los enviados. ¿Quién nos envía? El Padre por medio de Jesús ¿Dónde nos envía? Al contexto de la gloria ¿Para qué nos envía? Para que des a conocer el tesoro escondido. Pero también somos llamados a vivir pobreza y castidad, un envío fuera del contexto de la gloria no tiene sentido. Estamos en desfase con Jesús cuando lo hacemos (envío a la clase alta). Llevamos nuestro tesoro, el Padre. Es lo más difícil, la obediencia, pero es donde se da mayor gloria a Dios. En la carta a los Hebreos se nos habla de que “por la obediencia aprendió a ser Hijo”. La obediencia nos va a enseñar lo que es ser hijo. Nosotros somos los obedientes al Padre.

Si soy obediente, soy llamado a ser pobre y casto. El voto que nos distingue es el de obediencia."El Espíritu del Señor me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Lo que le caracteriza a El, nos caracteriza a nosotros. Pero obediencia dentro de una pobreza y castidad. No hay un llamado a una mayor perfección que el nuestro, a una intimidad mayor con el Padre. Esto se logra en la obediencia. Donde quiera que estés, estás llamado a vivir los tres votos, distinguiéndonos por alguno, ¿qué es lo que más muestro al mundo? me dejo regir por el Espíritu del Padre, El me conduce y ahí que el Padre muestre su actuar. Hemos de ser expertos en fe radical.

En la medida en que el carisma fundante se distancie de la manera en que Jesús vivía estos aspectos relacionales con su Padre, de pobreza, castidad y obediencia, ese carisma pierde su autenticidad.

Precisar los carismas. En Jesús se esparcen los caminos. Es bueno ver si ese esparcirse es fruto del Espíritu, del discernimiento y ver que ahí es donde con mayor autenticidad vamos a dar a conocer al Padre. Nuestra característica esencial como instituto religioso misionero es la obediencia a la manera de Jesús. Orden apostólica, misionera llamada a vivir de manera especial la obediencia de Jesús al Padre. Esto nos unifica a los tres institutos. MIC, ODN y SJ.

Obediencia al Padre: “Movido por el Espíritu fue a Galilea”. La obediencia consuma la pobreza y la castidad. Esto es lo unificador para nosotros.

¿Qué dice esto a nosotros?
Poner el énfasis en la obediencia, ¿sientes que es vivencia fundante en ti?

Obediencia es dejarse conducir. Tu esperas que otro te conduzca. Obediencia en sí es el hecho, el momento en que el Espíritu te conduce. Al dejarse conducir por el Espíritu del Padre, esa es la obediencia de Jesús. La obediencia es pasividad: yo dejo hacer, soy conducido por el Espíritu del Padre, me dejo llevar. La fe radical es la capacidad de dejarse conducir.

Mayor precisión de nuestros carismas…
Carismas fundantes: MIC, ODN y SJ.
Lo unificador: la obediencia a la manera de Jesús.

Lo diferenciador desde el carisma fundante: Admite matices desglosantes

SJ. La misión del Reino. En discernimiento. A la manera e Jesús.

ODN. La misión desde la fe, para la fe. Para la justicia. A la manera de Jesús.
MIC. La misión a los pobres. Haciendo el bien. A la manera de Jesús.

Lo diferenciador desde la plasmación del carisma fundante en la historia
SJ: la misión educativa.
ODN: la misión educativa a la juventud femenina.
MIC: la misión de hospitales.

Este párrafo nos lleva a lo diferenciador de los carismas fundantes. Lo que nos caracteriza a los tres es la obediencia. Ahora vemos los carismas fundantes de las tres congregaciones.

Lo diferenciador. Desde el carisma lo que a nuestros fundadores se les dio a vivir de manera especial.

Lo unificador. Una congregación apostólica llamada a vivir los tres votos, pero al que le da más énfasis es al de obediencia-misión.

Conducidos por el Espíritu del Padre, enviados en misión a la manera de Jesús.

Apostolado - Misión - Envío - Obediencia


SJ. El Reino sin más especificidad. Ignacio tenía una misión completamente abierta que fuese enviado a anunciar el Reino, (una amplitud total para lo que el Padre quiera, a la manera de Jesús) en el contexto de los pobres llevando el tesoro por la obediencia.

Todo fundador tiene una gracia para acercarse más a Jesús.

ODN. El envío es desde la fe, para la fe, lo que se le dio a Juana. Desde esta vivencia de fe que se te dio como gracia especial, eso te capacita para la misión.

El Reino es también para la ODN, pero el énfasis, la vivencia fundante dentro del instituto religioso que estoy llamada a vivenciar privilegiadamente es la fe. Gente que no vaya desde la fe a la misión, no vale.

MIC. El envío a los pobres es lo que caracteriza a la fundadora de ustedes. Como Jesús, esto es básico en ella, el envío a los pobres a la manera de Jesús.

Estos carismas nos diferencian, pero la obediencia nos unifica. Lo diferenciador desde la concreción (hacer realidad en la historia) toma muchos matices. Es una gracia vivencial y yo la pongo por obra. Lo diferenciador desde el carisma fundante es intocable. Cuando trates de plasmar algo desde la gracia en la historia, viene la creatividad del Espíritu Santo. Esta plasmación está dentro del Pueblo Santo y con la gracia que te da el Espíritu Santo. Esta plasmación es tocable. Esta intenta que el carisma tenga un efecto de levantar el Pueblo Santo.

Lo que era bueno hace cien años no lo es ahora. Una congregación testimonial, como fue la de Francisco que iba de casa en casa pidiendo limosna, sus hermanos hoy viven la pobreza de otra manera. Lo menos importantes, lo externo, es lo que más hemos de cambiar.

SJ. Envío a la misión: la educación no tiene que ver nada con el carisma fundante. Tiene su importancia en ese tiempo. Podía ser para construir el Pueblo Santo. Hoy educar a la aristocracia cristianamente puede ser un antitestimonio. La misión educativa surge en la historia desde un contexto concreto.

ODN. Educación femenina, en ese tiempo fue recuperar la educación en la fe para la mujer.

MIC. Misión de hospitales también puede estar sujeto a evaluaciones mirando el tiempo actual.

La gracia fundante no está atada al tiempo, se concreta en los distintos momentos históricos. La plasmación no puede seguir intocable, eso es lo que se adecua según la época. La gracia fundante es intocable a través de los siglos. La plasmación es lo que varía según lo que el Espíritu sugiere. Es tarea nuestra purificar el carisma fundante.

Con la pureza de la vivencia se clarifica el carisma, al vivenciar lo nuclear del seguimiento que se le ha concedido a ese instituto. Y para que lo nuclear resalte, cae lo que es añadidura de los hombres. La purificación del carisma le corresponde al Padre, a nosotros nos toca acoger.

¿Qué nos está pasando a nosotros? El Padre quiere que vivamos la gracia fundante que nos ha de llevar a un seguimiento radical a su Hijo.

El conflicto viene cuando dejas de lado cosas que son menos importantes y entonces puedes aparecer como un peligro para la congregación. Si la congregación es abierta y busca purificación acoge esto como renovación del carisma. Se vive en autenticidad dentro del seguimiento radical de Jesús, dando nombre y juntos viendo qué es cada cosa. Hoy esto es purificación de carisma; no porque reflexiono sino por dar nombre a lo que ya estamos viviendo, dar nombre a lo que el Señor está haciendo ya en nosotros.

Dios sacude a la Iglesia para que se caiga todo lo que no deja que el Espíritu del Señor obre plenamente. ¿Cómo lo hace? Podando, sacudiendo, haciendo retomar vivencia y mirándolas a la luz del Espíritu.

El Señor tuvo ese mismo problema. Jesús no crea nada nuevo, termina lo que comenzó Abraham; hace caer lo de los fariseos y lo matan. La purificación del carisma fundante es peligrosa, trae persecución. Lo que se necesita, es vivir en comunidad con otros que son enviados por el Padre desde una vivencia profunda de fe y llevar a otros esa misma vivencia. La creatividad del momento, la plasmación concretada se nos va a ir dando. Estos son los criterios de verificación. Hay que hacer ahora la historia de los votos y carismas fundantes. Esto es un proceso que comenzamos y que lo compartimos juntos.


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