lunes, 1 de enero de 2007

LA COMUNIDAD DEL ESPÍRITU

Sólo sabemos que se dio en setiembre de 1989.

LA COMUNIDAD DEL ESPÍRITU, FORJADORA DE HOMBRES NUEVOS.


EXPERIENCIA DE LA NUEVA REALIDAD. Existe al menos una manera en que los demonios ceden: cuando nuestra percepción y actuar sobre la realidad, que experimentamos con Jesús liberador en su misión, han sido coherentes con la fe de Jesús que profesamos. Entonces la nueva realidad que surge es la comunidad del Espíritu forjadora de hombres nuevos, coherentes con las exigencias del Señor (Rom 8,19-21; Jn 14,16).

FUTURO DE LA NUEVA REALIDAD. La nueva realidad toca el pasado de coherencia e intuye el futuro de nuevas exigencias (Rom 8,28-30). El futuro pertenece al Espíritu (Jn 3, 8). No es un futuro arbitrario sino que va dando plenitud a la obra del Padre (Jn 4, 34). El Espíritu toma de la vivencia de Jesús y la da a conocer a la comunidad del Espíritu en la medida de su coherencia pasada (Mt 25, 29) para una coherencia futura con exigencias aún mayores enmarcadas en la fe de Jesús que la comunidad del Espíritu asume y profundiza desde su praxis de seguimiento radical a Jesús en misión (Jn 16,12-15).

AJUSTE DE LA NUEVA REALIDAD. La nueva realidad en su pasado de coherencia y su futuro de docilidad al Espíritu se ajusta como experiencia asumida desde la vivencia de la felicidad plena que Jesús promete a sus auténticos seguidores (Jn 15,8-11) o no se ajusta del todo. La comunidad del Espíritu en la alegría que experimenta al percibir el obrar de Dios en ella acoge la nueva realidad como la meta a la que tiende y en donde ha encontrado la perfección que buscaba (Jn 17.23). Cuando en la nueva realidad -la comunidad del Espíritu- obra de Dios en nosotros no se experimenta la felicidad plena de Jesús, el futuro del Espíritu se tiende a resistir y la coherencia pasada tiende a ser rechazada. Entra en marcha, por supuesto, otro proceso más o menos consciente de búsqueda de la felicidad.

FIDELIDAD A LA NUEVA REALIDAD. Mantener presente la nueva realidad exige fidelidad al Padre. Lo que mantiene en vida a la comunidad del Espíritu y forja hombres nuevos, nacidos de Dios es la coherencia con la exigencia de fe desde el seguimiento de Jesús, la apertura al obrar del Espíritu en nuevas exigencias liberadoras, y el asumir la alegría de Jesús al dar cumplimiento a las exigencias del Padre. Vivir así, en fidelidad al Padre, cuesta. El entorno personal y social del orden este del que salimos al entrar en el seguimiento radical a Jesús vuelve a nuestro encuentro a medida que el camino se hace más angosto. La cruz nos espera. Morir a lo que el orden este nos presenta como camino, liberación y felicidad constituye la cruz que la fidelidad al Padre trae como consecuencia (Jn 12, 23-28). Sin camino de cruz no hay fidelidad a la comunidad del Espíritu, no hay fidelidad al Padre y se desvanece el hombre nuevo – seguidor radical de Jesús.

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